domingo, 25 de abril de 2010

El Arte Del Motor

EL ARTE DEL MOTOR
Síntesis

La evolución de la tecnicidad y el motor en lo relacionado a la transmisión de la información y su configuración del espacio, el tiempo y lo real, es el tema que Paul Virilio trata en el texto reseñado, para entender finalmente cómo estas transformaciones condicionan a su vez la posición del hombre en el planeta.

Comenzando con el abordaje de los medios en su calidad de “Complejo Informacional”, se enfatiza en el principio de la Mediatización, entendido como la restricción de los derechos inmediatos –libertades de acción y decisión- , que de la mano con las diversas capacidades que ostenta por hacer parte de la comunicación -adaptación y reconocimiento del medio rondante, distinción entre lo real y verdadero y lo re-entendido como tal, etc.- utiliza para restringir y manipular la información a transmitir. Sabiendo que es la proximidad entre referentes, signos y símbolos, la que convierte la comunicación natural en un complejo de participación, selección, alienación y hasta revolución, se comienza a tener en cuenta al perceptor activo en la dinámica informacional.

La publicidad juega un papel importante en este proceso, ya que de la mano con el “mundo capitalista” se constituye en “el arte de hacer tomar los deseos por realidades” (Virilio, 1993. Pág. 23), que en la categoría de propaganda, permitió introducir un tipo de información plenamente intencionada hacia la construcción de individualidades perpetuamente consumistas. Este juego de contrarios entre información – publicidad, fortalece la crisis de credibilidad de la última, que pretende superarse con el rompimiento de los tabúes que quedan, “exhibirá de manera complaciente el sufrimiento, la agonía, la muerte, el desastre ecológico…” (Ibíd. Pág. 28), generando un novedoso espectáculo de afectación individual que va de la ocultación y el secreto de la información al desmantelamiento de aquellos preceptos que aun mantiene la masa social.

En este sentido, un valor agregado del que gozan los medios es la velocidad tanto en la representación como en la difusión de realidades, lo que va de la mano la tecnificación de la comunicación y “el arte del motor capaz de ritmar perpetua mutación de la apariencias” (Ibíd. Pág. 33); dicha aceleración esta unida a la libertad de lo mass media para poner en común lo oculto, el secreto, lo ajeno ahora representado por la inmediatez de su lenguaje y transmisión. Si bien es cierto que la generalización de una lengua y su escritura desencadenan un orden democrático, la multitud de lenguajes y codificaciones en los medios determinan a su vez un nuevo orden capaz de catalogarse como “un golpe de estado informacional”.

Si desde la antigua Grecia la constitución del orden social estuvo mediada por datos, informaciones, imágenes y representaciones de carácter oculto y común, según su tratamiento por la esferas del poder –criptogramas, teatro, retórica-, las actuales dinámicas de de información y “democratización de la información” no son ajenos a ello, “cada nuevo régimen al surgir permanece incognoscible, porque conserva ciertos rasgos del que lo precedió…” (Ibíd. Pág. 42), lo cual, a sabiendas de la espectacularidad que los medios imprimen a todo lo que tocan, devela esa “teatralización virtual del mundo real” a la que asiste en la actualidad. Lo preocupante esta en que dicha teatralización reemplace la ejecución de acciones decisivas por parte del espectador en cuanto a la consumación de la democracia como ejercicio electoral, en lo que se llamaría “mediatización política”.

La inmediatez del mensaje mediático juega con la temporalidad y su concepción en el inconsciente colectivo de las masas; así no existe en su amalgama aquí y allá, solo la construcción mental de lo representado, que rompe en si mismo con las divisiones de lo real- irreal, lo presente o lo futuro, etc. Dicha construcción se mantiene por la “utopía alucinante de la técnicas de comunicación, usurpación informacional que durante mucho tiempo avanzara enmascarada tras los oropeles de esas ideologías de progreso, purificadas de todo juicio” (Ibíd. Pág. 45), lo que permite la opresión del universo visible a la particularidad de la mirada, en lo que Virilio denomina “efecto de empequeñecimiento”; su calidad no radica solo en la capacidad de observación y manipulación que otorga al espectador, sino también en la adecuación de todo el pensamiento y la ideología que la misma realidad minimizada posee, a la de aquellos que la sustraen y empequeñecen para el lector.

De allí que los medios se adhieran desde siempre a esta facultad, generando de tantas abstracciones posibles un numero igual de publicaciones, emisiones y representaciones que de manera coercitiva sectoricen la mirada de la multitud al interés particular. En correlación con la tecnificación de la “herramientas de información” ¬–telégrafo, radio, cine, TV., prensa escrita, libro, etc.- los relatos, crónicas y comentarios han integrado a su vez artefactos que potencian su intención y vigencia, ejemplo de ello es la música que en la retórica de la radio y el cine constituyó una valía determinante a la hora de consolidar la audiencia y por tanto su productividad: “muy rápidamente las estaciones habían escogido su política: ya no se trataba de instruir o simplemente de informar, sino de distraer, entretener, cautivar el mayor numero de personas y para ello, disponían de un lenguaje especifico, un lenguaje musical universal…” (Ibíd. Pág. 58).

Aun cuando la prensa ejerció el predominio de casi toda producción escrita, la radiodifusión escapo de ello y se instauró con mayor fuerza incluso en los momentos de crisis. Su poderío radicaba además en la facilidad que disponía para la actualización de sus contenidos, estando al tanto de que “la información es prácticamente la única mercancía que ya no vale nada al cabo de veinticuatro horas” (Ibíd. Pág. 59); los medios se nutren de la novedad y esta no existe si los acontecimientos o la re-creación de estos es duradera, por ello los medios y la prensa especialmente se encaminan a aniquilar no solo la duración sino la persistencia de los discursos que aborda, atacando, en analogía con el orden militarista de grandes guerras civiles, lo que por arte y letra se habría fundado como “instinto de conservación”.


Conservar es permanecer, lo que revierte el interés mediático de actualidad, y resaltando que en el orden lógico de la realidad hay sucesos, recuerdos y marcas que perduran, los medios se dan a la tarea de generar una nueva logística que deslinde los limites de lo real, “existe una relación entre los trucos de la ilustración gráfica y fotográfica, luego cinematográfica y televisiva en la actualidad y el antiguo camuflaje militar que se ocupaba de ocultar a la vista de los observadores armamentos, convoyes, movimientos de tropas para finalmente dejar perplejo al adversario, que ya no sabia donde empezaba y terminaba la realidad.” (Ibíd. Pág. 64).

Grandes tropas conforman los ejércitos de los complejos informacionales, que en su afán de destrucción de los tiempos reales derrocan los espacios reales de interacción y participación; la ritualidad de los mass media legitima más la intersubjetividad a distancia que la de cuerpos presentes, “la proliferación anárquica de esos serviciales instrumentos de comunicación nos han acostumbrado solapadamente a una sucesión tal de desapariciones discretas y ausencia múltiples, que es sin duda la presencia real de la gente y la correlación natural de las cosas o que hoy nos parece perturbador, empujándonos a negarlas, rechazar al prójimo y lo próximo.” (Ibíd. Pág. 68), lo que a su vez edifica las transformaciones del lenguaje según el medio empleado y por tanto de la misma comunicación.

Ahora el lenguaje icnográfico desempeña un papel preponderante, la imagen y su velocidad constituirán la nueva avanzada; no obstante, diversos estudios revelan la influencia traumatológica que la exposición desmedida ante la imagen –sobre todo televisiva- ha generado en las esferas de la población espectadora, “obesidad, o anorexia nerviosa, mala actividad cerebral, desordenes profundos del lenguaje, incapacidad de orientarse en el espacio real, agresividad, alcoholismo, drogadicción…” (Ibíd. Pág. 72). Aun cuando dichas patologías están más asociadas a elementos aleatorios a la imagen misma ¬–condición social, hábitos, educación, cultura, etc.-, la manipulación de la imagen en los medios lleva intrínseca la afectación a la visión y en si misma al criterio y la opinión: la ceguera, la invisibilidad de lo visible.

Basada en el principio de la aceleración y el movimiento, la tecnicidad de la imagen junto a los más variados efectos, satura la capacidad de percepción visual del espectador haciendo casi mínimo el conjunto de lo que puede divisar y por ende, de lo que puede aprehender e integrar. Si en otro tiempo lo inmóvil dio cabida a las artes plásticas como un espacio de contemplación fijo en la imagen estática, el movimiento, la técnica y el motor cinemático pusieron acorde la velocidad y la imagen para dar paso a “el arte terminal”, donde muere la percepción, la observación y la visibilidad. Lo anterior se aplico a las estrategias materiales de guerra, ejemplo de ello el Furtivo 117; y también a las tácticas de índole simbólica, manejadas principalmente por los medios en cuya ceguera promocionada “eliminaran todo juicio, todo sistema de evaluación razonable o de selección del carácter positivo, negativo, o simplemente nocivo de los mensajes y las imágenes.” (Ibíd. Pág. 83 y 84)

En lo que aun puede ser visto, hay una preeminencia de la estética y el decorado que apuntan al sostén de los asiduos espectadores, que unido a la velocidad y el movimiento trajo la eficiencia en el trascurrir del tiempo, pero también la sobra de este, los tiempos de ociosidad. Fue entonces fundada por los medios y la tecnología la necesidad de gastar y hasta malgastar dichos momentos, ante la antipatía de lidiar con la monótona calidad del ser en si mismo, lo que propulsó con mayor fuerza “la industrialización de la percepción”. Todo concatenado en el escenario ilusorio de la imagen y el movimiento motorizado, estableció el engranaje de desinformación y desplazamiento requeridos por el hombre moderno para llenar su ociosidad.

A pesar de ello, “los progresos actuales de la materia de transportes y transmisiones no hicieron mas que exasperar la patología inadvertida del desplazamiento que ya no es de aquí hacia allá, sino del ser ahí al ya no ser ahí.” (Ibíd. Pág. 95); se alteró la conciencia de la presencia personal en el momento presente y se redujo a los anclajes que gracias a los estímulos de la imagen, su velocidad y movimiento, lograban romper el tedio la conciencia y recordarse “vivo” casi en el mismo momento de la muerte, “…en una cultura depresiva en la que, con la aceleración tecnológica, la partida y la llegada, el nacimiento y la muerte, se confunden hasta el punto de hacerse una.” (Ibíd. Pág. 102).

De hecho, los avances de la técnica y su cada vez mayor influencia en la vida humana, acercan el tiempo tal vez idealizado por Nietzsche de la existencia del “superhombre”. Si el filósofo entendía esta avanzada como la consecución de una “raza humana” que dadas las exigencias de su momento histórico, gozara de una “súper” salud que garantizara su “súper” resistencia existencia, en los albores de la tecnicidad de la ciencia, dicho superhombre se contempla como “el hombre sobrexcitado”, no solo por estímulos externos –imágenes, movimiento, velocidad- sino de orden interno que buscan potenciar sus mecanismos y respuestas en los también intervenidos tiempo y espacio real.

Aquí se hace participe el Diseño en una era posindustrial, donde el objeto mismo se dirige no solo al campo de su manipulación sino de los efectos y afectaciones en el sujeto que lo utilice y en quien se utilice; este metadiseño “de las costumbres y los comportamientos sociales tomará el relevo de diseño de las formas del objeto de la era industrial” (Ibíd. Pág. 111); por tanto en lo que tiene que ver con el Diseño y la tecnología, dirigidos a la industrialización, ahora se contemplan las categorías de Superestructura, Infraestructura e Infraestructura, gracias a su intromisión en lo que puede catalogarse interno al cuerpo y al uso que dentro de este tiene los avances tecno-científicos. Si anteriormente tecnología e información controvirtieron la lógica de lo real y no real, móvil e inmóvil, visible e invisible, ahora lo hacen con o externo y lo interno, y en esta interioridad se impulsa el nuevo paso hacia el progreso y la evolución “donde el reino de la informática llega por fin al cuerpo del paciente mas acá de la ropa, del uniforma, realizando un nuevo genero de ropa interior intima en que la puesta en forma del comportamiento nervioso toma el relevo del diseño del objeto de consumo de una era industrial agonizante” (Ibíd. Pág. 124).

Para Virilio la evolución se halla en las mutaciones tanto a nivel superestructural como infraestructural, con los desarrollos que el “integrismo técnico” pone a la mano del hombre para sobreexcitar sus capacidades y ritmos normales –implantes, marcapasos, energizantes, etc.- , lo que plantea el cuestionamiento de si la integración o el intervencionismo de la ciencia, la tecnología y el diseño en las facultades humanas naturales esta orientada a una “selección artificial” que elija y prepare a los individuos para el espacio tiempo, a la vez intervenido y tecnificado, que la misma industrialización ha generado. “Así pues, la gran salud ya no es un don, el don del silencio de los órganos, es un horizonte, una perspectiva a alcanzar gracias a las proezas de la aceleración de la tecnología en vivo” (Ibíd. Pág. 135 y 136)

Se ha visto pues, como la constante interrelación entre la tecnicidad y la informática a conseguido involucrarse en los aspectos mas personales de la condición humana, ahora se evidencia que la relación entre movimiento y motorización desencadenaron la superposición de Cibernética, que a través del culto a la información y la tecnicidad entabla la dualidad entre hombre y maquina. Con esto se llega a un instrumentalismo no solo de la fuerza de trabajo humana sino también de su imaginación y racionalidad respecto al tiempo y espacio reales, “síntesis de la teoría de la información, la teoría de los juegos, la teoría de la señal, y de la neurobiología, la cibernética naciente va a intentar, por lo tanto, simular la organización de lo viviente en maquinas inteligentes.” (Ibíd. Pág. 147).

Con ello se dio partida a la introducción de espacios virtuales en convivencia con los tiempos y espacios reales, los Ciberespacios, que hallaron en la construcción motorizada de la computadora, su lugar se mayor sustentación, dado principalmente por la “equivalencia perfecta de la electrónica y la informática, como si la energía eléctrica se hubiera convertido subrepticiamente en la energía informática” (Ibíd. Pág. 149); lo que nuevamente sitúa la cuestión ya datada con la prensa, acerca de la velocidad de la información, o mejor de la velocidad como información misma.

De allí que tanto tiempo como espacio cibernéticos generaron otros datos y simbolizaciones que en su veloz transición y transmisión, originaron un nuevo mundo, un “ultramundo virtual”. La realidad virtual es el ámbito de interactividad donde se consolida la mas alta mutación de las técnicas de información, se permite al espectador viajar sin moverse por un sinnúmero de lugares en tiempo “virtual”, se abre el espectro de la imaginaría previa a una realidad que re-crea fidedignamente lo que el espectador visualizó, siendo “el resultado de un trabajo cooperativo entre el motor de de realidad informática del laboratorio y el motor de realidad del cerebro”. (Ibíd. Pág. 162).

El Arte Del Motor